En las elecciones más polarizadas de la historia del mayor país de América Latina, el nuevo presidente volverá a definirse en un ballottage tras un resultado que pocos preveían. El exmandatario Luiz Inacio Lula da Silva, que confiaba en un triunfo en primera vuelta, logró el 48,2% de los votos válidos y competirá con el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, que alcanzó el 43,3%, con el 99,4% de los votos escrutados, muy por encima de lo que anticipaban las encuestas, y que llegará con aspiraciones renovadas al segundo turno, el 30 de octubre.

Para Lula, que buscaba dar un golpe de efecto en su resurrección política tras el trauma de las condenas por corrupción, el estrecho resultado, con una diferencia de cinco millones de votos, marcó un frenazo que nadie esperaba en el Partido de los Trabajadores (PT), entusiasta en el cierre de la campaña.

En cambio, para Bolsonaro -que en 2018 había sorprendido al mundo al derrotar en ballottage al entonces delfín de Lula, Fernando Haddad- resultó un empujón que le permitirá encarar con otras aspiraciones las cuatro semanas que restan hasta el ballottage, que se anticipan dramáticas.

Ahora se abre otra pulseada de la campaña electoral, en la que los dos candidatos tendrán que reenfocar sus estrategias en seducir a los votantes de los otros contrincantes.