Escrito por: Rafael Urribarri

La ideología marxista-leninista, desde su aparición en la escena política mundial, fue abrazada por miles de personas en el mundo entero quienes vieron en ese manifiesto comunista-marxista las puertas de la redención de la humanidad y su camino a vivir en un paraíso de igualdad y dignidad para todos. Fue así como aquellos jóvenes revolucionarios rusos, encabezados por Vladimir Ilich Ulyanov (Lenin), abrazaron e impulsaron una revolución en aquella Rusia zarista. Desde allí, siguió expandiéndose en diversos países, incluida la China de Mao Tse-tung.

Creció así el mito del hombre igualitario y justo, para una sociedad con mayor justicia social y dignidad. Ese ha sido el gran mito que ha sido alimentado por una nomenclatura ávida de poder que siempre ha devenido en autoritarismo y dictaduras. Pero eso no ha importado. La maquinaria de propaganda y difusión de las bondades del comunismo, basada en las enseñanzas de muchos de sus pensadores, incluido, quizás el más importante de todos, Gramsci, ha sido el pivote desde el cual el comunismo se ha esparcido en el mundo entero. Y los Estados Unidos no iban a ser la excepción.

Luego de la Segunda Guerra Mundial y la derrota de Hitler con la fuerza de los aliados, el mundo giró en otra dirección. Europa se reconfiguró y sus países fueron repartidos entre las fuerzas aliadas. La Unión Soviética reclamó para sí gran parte de los territorios, y el resto de los países aliados hicieron lo mismo.

Posteriormente, llegó la Guerra Fría y la crisis de los misiles en Cuba, que puso en vilo al mundo con una amenaza nuclear a pocas millas de los Estados Unidos. Vietnam, el movimiento hippie, la música de protesta: todos estos fueron elementos que contribuyeron al ambiente de tensión y cambio. Las universidades, con sus intelectuales, inyectaron ideas comunistas en la mente de los jóvenes. La academia se convirtió así en la fuente fundamental de esparcir estas ideas. Antonio Gramsci y su legado llegaron a los medios de comunicación y academias. Estados Unidos, la gran potencia capitalista del mundo, fue siendo tomada por esta retórica de ideales socialistas que jamás han dado buenos resultados en ninguna parte del mundo.

Las generaciones de políticos, especialmente del ala más liberal del Partido Demócrata, fueron permeadas por estas ideas. Hoy podemos ver cómo una de sus dirigentes declarada radicalmente de izquierda llega a la vicepresidencia del país y se postula ahora, tras la renuncia de Biden a la candidatura, como la sustituta en la carrera hacia la Casa Blanca.

Kamala Harris tiene sus raíces ideológicas enclavadas en el comunismo y fue criada por un padre con ideas marxistas. Donald Harris, su padre, es un economista y profesor emérito en la Universidad de Stanford, conocido por sus trabajos sobre el desarrollo económico y su crítica al sistema capitalista. Nacido en Jamaica, Donald Harris emigró a Estados Unidos y siempre mantuvo una perspectiva crítica hacia las políticas económicas predominantes. Esta influencia se reflejó en la formación de Kamala Harris, quien creció en un entorno donde las discusiones sobre justicia social, igualdad y lucha contra la opresión eran comunes.

Kamala Harris estudió en la Universidad de Howard, una institución históricamente negra, y en la Universidad de California, Hastings College of the Law, donde se involucró en movimientos estudiantiles y actividades políticas. Su trayectoria política y profesional ha estado marcada por su compromiso con causas progresistas, y su ascenso en el Partido Demócrata ha sido visto como un reflejo del giro hacia la izquierda de este partido en los últimos años.

Recientemente, Harris se negó a asistir a la ponencia del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en el Senado, lo que evidenció su postura crítica hacia Israel, uno de los principales aliados históricos de Estados Unidos. Esta actitud refleja una tendencia preocupante dentro del Partido Demócrata de distanciarse de Israel, lo cual puede tener serias implicaciones para la política exterior y las relaciones diplomáticas de Estados Unidos.

La cercanía de Kamala Harris con China y su historial de vinculación con grupos maoístas y organizaciones como las Panteras Negras y Black Lives Matter también plantean inquietudes. La influencia comunista china en la política global es evidente, y la simpatía hacia estos grupos puede reflejar una aceptación tácita de estas ideologías. Las Panteras Negras, con su agenda radical en los años 60 y 70, y Black Lives Matter, con sus demandas de justicia social y cambios estructurales, han sido criticadas por algunos sectores por sus vínculos con el marxismo.

El peligro que representa la influencia comunista en Estados Unidos es significativo. La adopción de políticas socialistas podría socavar los principios fundamentales del libre mercado y la democracia liberal que han sido pilares del éxito económico y político del país. La posible implementación de políticas económicas basadas en el socialismo podría llevar a una mayor intervención del Estado en la economía, limitando la libertad empresarial y la innovación.

En conclusión, la creciente influencia de ideas comunistas en sectores clave de la sociedad estadounidense, especialmente en la academia y la política, representa un desafío para el futuro de la nación. Figuras como Kamala Harris, con sus conexiones y posturas políticas, simbolizan esta tendencia y plantean preguntas cruciales sobre la dirección que tomará Estados Unidos en los próximos años.