Andrés Vanegas Fernández, el colombiano que logró listar su compañía en la Bolsa de Valores de Australia, demuestra que pasar de una idea de negocio a una empresa sólida con capital internacional no es un proceso tan complejo como muchos creen, siempre que exista visión, estructura y un modelo financiero claro.
De una idea local a una revolución global en la medicina
Desde cero y con una visión de largo plazo, Andrés Vanegas Fernández transformó una idea en una auténtica revolución digital en el sector salud. En 2012 fundó IMEXHS junto a un ingeniero y dos médicos; hoy, la compañía es una de las más sólidas del mundo en radiología. Su software, desarrollado en Colombia, ha cambiado la manera en que más de 30 países acceden a resultados clínicos, permitiendo diagnósticos en tiempo real, reducción de costos y mayor eficiencia médica con solo un clic.
“Cuando ofreces un software que no se vende, sino que se cobra como servicio —como sucede con la factura del celular, Spotify o Microsoft Office—, eso se convierte en un gasto instalado”, explica Vanegas. Al entender que su modelo generaba rentas fijas en una época en la que aún no se hablaba de SaaS (Software as a Service), descubrió que tenía clientes asegurados por cinco, siete y hasta diez años, un factor clave para atraer inversionistas interesados en multiplicar su dinero.
El secreto del capital: rentas fijas y visión de largo plazo
Para Vanegas, la clave para conseguir fondeo de manera rápida y sólida está en demostrar que detrás de una buena idea existe un esquema claro de retorno de inversión. “Eso es lo que llamamos lock revenue”, señala. Si una empresa puede probar ingresos mensuales constantes y contratos firmados a varios años, le está mostrando al inversionista que su dinero está respaldado.
Según el empresario, uno de los grandes errores en Colombia es apostar al corto plazo, cuando los fondos de inversión buscan proyectos de largo aliento, con proyecciones realistas y modelos basados en rentas fijas. “Hoy las empresas mejor valoradas son las que tienen ingresos recurrentes, incluso por encima de las que solo hacen ventas”, afirma, citando el contraste entre Walmart y Alibaba como ejemplo de modelos de negocio pensados para escalar sin grandes costos físicos.
Además, advierte que los inversionistas desconfían de los proyectos que parecen perfectos desde el inicio. Reconocer riesgos, pérdidas iniciales y demostrar cómo se superarán es fundamental para generar credibilidad y confianza.
Networking, negociación y el salto a las grandes ligas
Otro pilar para acceder a fondos de inversión es el networking. Para Vanegas, los espacios de relacionamiento son determinantes para medir el valor real de las ideas y de las personas. “Hay emprendedores con propuestas normales que cierran grandes negocios porque saben leer la escena, escuchar y entender que cada reunión hace parte de un proceso”, afirma, recordando que en sus primeras rondas de networking viajó al exterior sin resultados por no dominar estas reglas básicas.
Desde su experiencia, identifica dos nichos especialmente atractivos para los inversionistas cuando evalúan proyectos colombianos: el desarrollo de software y las soluciones verticales especializadas dentro de ese sector. En contraste, las ideas basadas en commodities suelen fracasar frente a mercados como el asiático, donde los costos de producción son mucho más bajos.
La negociación fue clave cuando IMEXHS dio el gran salto y se enlistó en la Bolsa de Australia. Tras rechazar una oferta inicial baja, Vanegas presentó una contraoferta ambiciosa respaldada por cifras sólidas. El resultado fue un sí condicionado a tres puntos: un business plan detallado, un comité de salarios manejado por los inversionistas y la salida a bolsa.
“Demostramos que teníamos un unicornio flexible y global”, concluye Vanegas. Su estrategia de cobrar por uso y no por licencias permitió absorber el mercado rápidamente, mientras la competencia aún no entendía el cambio. Ahí, asegura, estuvo la verdadera diferencia entre una buena idea y una empresa exitosa.

