Con información de DW.
La administración del Presidente Donald Trump defendió la movilización de 300 soldados de la Guardia Nacional en Chicago, Illinois, calificando a la ciudad como una «zona de guerra» para justificar la medida, implementada a pesar de la firme oposición de las autoridades demócratas locales.
La Secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, afirmó en una entrevista que el despliegue es necesario en lo que describió como «una zona de guerra». Esta acción forma parte de una ofensiva de la administración contra la inmigración en ciudades gobernadas por la oposición, bajo el argumento de combatir la criminalidad.
El Gobernador de Illinois, J.B. Pritzker, rechazó categóricamente la medida, acusando al gobierno federal de intentar «sembrar el caos». «Quieren crear la zona de guerra para poder enviar aún más tropas. Tienen que marcharse de aquí cuanto antes», declaró Pritzker, quien además ha solicitado investigaciones sobre un violento operativo migratorio ocurrido recientemente.
Activistas y residentes denunciaron que agentes federales utilizaron tácticas de tipo militar, incluyendo helicópteros y descenso en rappel, en un edificio de apartamentos, donde arrestaron a 37 inmigrantes. Testigos informaron que incluso niños y ciudadanos estadounidenses fueron inmovilizados con bridas.
El gobernador Pritzker condenó el uso de «tácticas de estilo militar» contra menores y aseguró que «esto no es normal». Las crecientes tensiones entre las autoridades federales y locales marcan un nuevo pico en el debate nacional sobre políticas migratorias y jurisdiccionales.