Escrito por: Eduardo Martínez / Doral Voice 

Hace poco escribimos en este espacio (14 de marzo) que, “En el box no hay pelea sin contendor”, y que el boxeo es una buena analogía para explicar el momento electoral venezolano.

Luego de la Semana Santa, se acentúa la semejanza. El régimen, vía Consejo Nacional Electoral (CNE) hace todo lo posible e ilegal para que la oposición no pueda postular a su mejor candidato -María Corina Machado- a la presidencia, y para más, con el apoyo de partida de más de 2 millones 100 mil venezolanos que la escogieron en abierta Primaria (22 de octubre).

Las trabas del CNE hasta el momento lo que han logrado es detener la campaña electoral. Los venezolanos están a la espera de una definición. Y para desgracia del alicaído candidato del régimen, no han logrado hacer mella en las esperanzas de cambio de los venezolanos.

Animado por las experiencias de países mono-candidaturales (de un solo candidato), el régimen trata de convencernos de que ellos también lo son. Al igual que Nicaragua, por ejemplo, han venido rebanando el listado de posibles candidatos presidenciales de la oposición. Uno a uno, y sin que medien razones legales para hacerlo.

Como consecuencia, ante un candidato de autobús que solo mueve a los empleados públicos en autobuses para demostraciones de poca monta, y sin un candidato claro postulado ante el CNE por la oposición, el electorado se mantiene a la expectativa.

El régimen no debiera estar sintiéndose tranquilo. Sin contendor, no habrá fervor. Y lo más importante, que sin ese fervor el electorado estará pendiente del pésimo desempeño del gobierno Maduro. Lo malo, lo verán más malo. Lo regular, lo verán peor. Y lo poco bueno, si es que existe, no llegarán a verlo por lo cuantioso del desastre con las cosas malas.

Sin contendor, no habrá confrontación. Y las experiencias de los candidatos únicos es que terminan con una guanteo de sombra en una especie de lucha contra sí mismo. Y que el gane, habrá noqueado al otro que es él mismo. Una de las características del éxito de campañas publicitarias, es que el consumidor pueda ver la diferencia. Es lo que expertos publicitarios denominan “la diferenciación del producto”. Debe haber una comparación.

Cuando hay un candidato único, no hay con quién comparar. Por lo que, quién debe decidir a cuál prefiere, termina comparando el único contra ese mismo y único. El saldo, es que el 100% de lo malo, es 100% malo. ¿Qué viene después? Desafortunadamente Marcos Pérez Jiménez ya no está, así como su colaborador Laureano Vallenilla Lanz quien lo metió en la jugada sin salido del plebiscito (1957). Habrá que preguntárselo a Alberto Fujimori y Montesinos, de Perú, que siguen vivos y a buen resguardo.