Cuba cumple un año desde el estallido del 11J, las mayores protestas antigubernamentales en décadas, sin soluciones para el grueso de las causas que lo provocaron. El descontento de muchos durante meses convirtió aquel día en una protesta espontánea en San Antonio de los Baños en el catalizador de unas movilizaciones sin precedentes que se extendieron rápidamente en todo el país.

Aupadas por las transmisiones en vivo en Facebook, las marchas lograron articularse cerca de 50 puntos de la isla, con epicentro en la capital. La mayoría protestaba por la escasez de alimentos y medicinas, la inflación desbocada, la dolarización parcial de la economía y los constantes cortes en la luz, síntomas de una dura crisis económica fruto de los errores en la política nacional, las sanciones de EEUU y la pandemia, reseña EFE. 

Pero también había quien exigía libertades y la instauración en Cuba de una democracia liberal, frente al sistema socialista que impera en la isla. La canción «Patria y vida», crítica con el Gobierno, se convirtió en himno de las protestas.

Aunque la mayoría de las marchas fueron pacíficas, algunos choques con la policía y escenas similares –como lanzamiento de piedras o el vuelco de unos autos patrulla– sirvieron para que el Gobierno, que las consideró orquestadas desde el exterior, las tildara además como violentas y contrarrevolucionarias.

A las protestas siguieron las detenciones masivas de opositores históricos a ciudadanos anónimos, algunos menores de edad. Las ONG Cubalex y Justicia 11J han documentado 1.484 arrestos.