Por: Eduardo Martínez 

A tres meses de las elecciones los venezolanos quieren saber cuál será la oferta electoral de los candidatos presidenciales. Del candidato del gobierno, que es quien gobierna y quiere ser reelecto no sabemos que ofrece, y para los venezolanos ya no es un secreto lo que no ha podido hacer desde el 2013.

Algo distinto ocurre con el candidato opositor Edmundo González, quien  representa las esperanzas y deseos de “cambio” de los venezolanos. Hay que cambiar todo.

Así tenemos por una parte más de lo mismo, personificado en alguien que ha roto el récord que desde 1814 (más de dos siglos) ostentaba José Tomás Boves. Boves empujó a unos 20 mil habitantes de Caracas a que huyeran a Oriente. En tanto que desde el 2013 han emigrado cerca de 10 millones de venezolanos a otros países, y no se saben cuántos más se han refugiado en las ciudades más grandes, dejando la provincia venezolana.

De lo deseado a lo posible

Ir a la Luna, como ha propuesto el actual presidente, es un intangible deseos que ha prometido bajo un supuesto de que sabe que no podrá cumplirlo. Pero “los deseos no preñan”. Si le preguntamos, a quiénes por su edad son primeros votantes, la Venezuela que recuerdan nos dirán que es la del exilio, las protestas, los cortes de electricidad, la falta de agua, la ausencia de oportunidades, las bandas, etc.

A esos muchachos que viven en Venezuela, los caracteriza tener al menos un familiar cercano viviendo afuera.

Sin embargo, quienes somos sus padres o abuelos, tenemos mayoritariamente el recuerdo de una Venezuela distinta: el país de las oportunidades. Por lo tanto, pensar en un país de oportunidades no nos es difícil. Sabremos lo que deseamos. Lo que fue posible, y será posible. Es verdad que Venezuela ha cambiado, y el mundo ha cambiado. Pero conocemos la meta. Ya estuvimos allí.

Solo tendremos que inteligenciarnos, para llegar de nuevo a esa meta. Hacer uso de nuestros conocimientos y experiencias, y conjugar con los que se fueron la manera de restituir una Venezuela de oportunidades, de justicia, dónde sea posible que cada uno de los venezolanos pueda “elegir” lo que quiere hacer con su vida en Venezuela, sin emigrar. Esa es la palabra clave: elegir. La cual en libertad, dibuja claramente una de las virtudes de la democracia: la libertad de elegir.