Por Eduardo Martínez

Las mega inversiones ferrocarrileras de Chávez no darían fruto, pero 25 años después lo único que tenemos en funcionamiento es el tren al Tuy. De ahí en adelante, siguió el Tren de Aragua. Y esto, solo superado por el Tren del CNE, que “a trocha y mocha” pretende acabar con la voluntad popular.

De resto, la inversión ferrocarrilera lo que nos ha dejado es un cementerio de cadáveres, uno de estructuras sin terminar, y otro de acabados ajusticiados.

Pueden ser muchas las diferencias entre estos trenes. Pero los une el rechazo a la legalidad, a moverse entre las sombras, y en estar manejados por la maldad propia de quienes con largos hilos manejan las operaciones a través de terceros.

Esos terceros, hasta el momento, no se han dado cuenta que son operadores desechables. Son los que se ensucian las manos. Mientras cumplan |sus obligaciones y sigan órdenes sin hablar y sin excederse, seguirán con vida. Acumularán algunas riqueza y prebendas. Solo que cuando el viento cambie, y los titiriteros sean otros, no estarán exentos de entrar en desgracia.

Pero estar dispuestos a la “desechabilidad” exige un mínimo de condiciones: tener un razonamiento limitado; poco apego a ideas éticas y límites morales; estar dispuestos -como los reclutas- a apretar el gatillo sin pensar y sin pestañar. Nunca pensar en las consecuencias, porque la única cosa en la que piensan, es el castigo si no ejecutan las órdenes. De todas estas, las que más resaltan son la relativas a la amoralidad, la falta de ética y poco racionamiento. Lo que describe una ausencia de la disposición personal hacia el bien.

Antes que nos olvidemos, otra diferencia es el vestir. Unos se visten como se visten. Otros se tratan de vestir como los titiriteros. Vano esfuerzo. Porque apenas se les divisa, resalta lo ordinario y las ropas de saldos. Todo debido a que no escalaron en niveles, sino que llegaron de un solo salto.

En todo caso, estamos cerca del final de estas historias. Dado que una de las características de esta etapa republicana, es la falta de mantenimiento de infraestructuras, equipos y maquinarias. Las locomotoras de estos trenes están llegando al término de su vida útil. Se están fundiendo. Una luz de futuro inmediato se ha encendido en el país, y estos personajes ya no gozan de la oscuridad para maniobrar en su mal vivir.

Todo lo que hagan no los llevará a donde quieren ir. Simplemente los delatará, con cada pillería. El Tren de CNE no llegará a destino, sino a su destino… el que le espera.