Escrito por: Eduardo Martínez 

Nunca he visto a un boxeador peleando por un campeonato mundial solo, sin un contendor. Más allá que lo que se denomina “guanteo de sombra”.

Por supuesto, en un país donde las cucarachas vuelan, y el hombrillo es el canal de mayor velocidad de las autopistas, no es extraño que eso pueda pasar. Si, en Venezuela tenemos a un presidente a la re elección que quiere estar solo en el cuadrilátero. No porque sea el más fuerte. Sino porque es el más débil. Como lo demuestran las encuestas y hasta las casas de apuestas, que deben estar marcado el 5 a 1.

Para ello se ha montado una conspiración en la cual están todos los que administran el coso electoral que, por cierto, queda a pocos metros del Nuevo Circo. El otrora epicentro del box capitalino.

De manera análoga al boxeo, vemos como la comisión que rige el match inventa reglamentos para sacar descalificar a priori al favorito. Le trucan las pesas, para demostrar que fuera del rango de peso. Hasta los porteros y la seguridad, hace todo lo posible para no dejarle entrar.

Mientras esas trabas impiden que el contendor se acerque al ring, el boxeador en minusvalía mueve sus piernas en bicicleta a pesar de sus excesos de peso corporal, y sobre todo, de lo que lleva en los bolsillos del short para alcanzar el peso. Todo eso, para hacer creer que está en forma.

Pero ni de vaina se acerca al retador, no sea que un golpe al mentón lo deje boqueando en la lona tras un estrepitoso nocaut, y en los primeros segundos del primer round.