Por Eduardo Martínez

Hay distintos orígenes de los errores que se pueden cometer en una campaña electoral, o también en las acciones de gobierno. Sobre todo, cuando una de las partes enfrentadas pretende satanizar al adversario. Los errores de un gobierno pueden ser criminales, cuando acaban con la vida de los opositores por la vía de la represión desmedida e incontrolada. Aunque también suelen ser suicida cuando equivocan de principio al fin, en su afán de satanizar, las intenciones de los opositores.

Algo así es lo que sucede con el actual gobierno venezolano luego de 25 años en el poder.

Agotados por el ejercicio sin control del poder, acorralados por sus malas acciones y escasos de éxitos en su desempeño gubernamental, el oficialismo ha transitado el peor de sus errores al no atinar visualizar una estrategia electoral ganadora. Ese error no es otro que no haber nunca diferenciado que el tener éxito para mantenerse en el poder durante tanto tiempo, no significa que han ejercido un gobierno exitoso. Son dos cosas distintas. Su desempeño gubernamental es desastroso, y su empeño en mantenerse en el poder – a toda costa- pudo haber sido logrado, pero llega a su fin por el negativo impacto que ha tenido en la población.

Solo basta recordar que han emigrado casi 10 millones de venezolanos. Siendo la mejor expresión para calificar lo nefasto de su gobierno, señalar que: “los venezolanos han salido corriendo”. Sobre esto, sobran los ejemplos.

El gran error, por otra parte, es la campaña de satanización de los opositores. Les acusa de ser, lo que en verdad son ellos desde su gobierno. Pareciera que estuvieran frente a un espejo. La recuperación de Venezuela, que el oficialismo insiste que se está dando, solo puede darse en un ambiente de concordia de los venezolanos, piensen como piensen.

Eso es lo que proponen Edmundo González, candidato presidencial unitario de la oposición, y María Corina Machado, líder de la oposición. Mientras González ofrece un ramo de olivo, la dirigencia oficialista solo esgrime amenazas, ejecuta persecuciones, y cierra las puertas a un proceso electoral transparente e igualitario.

Lo que más sorprende, es que no se dan cuenta que en la medida que desatan los perros de la represión, sus posibilidades electorales se deterioran día a día. Cuestión que dibujan con precisión las encuestas que viene siendo publicadas. Situación a la que no escapan las encuestas ordenadas por el propio régimen.

En Venezuela, nadie los quiere. En más de cien países, si los quieren es para ponerle los ganchos. Y curiosamente en Venezuela, si bien no los quieren, desprecian la oportunidad de una reconciliación con la oposición. Ese es el peor error. Y lo peor de eso peor, es que pareciera que ya no tienen tiempo para enmendar sus errores. A este punto, el error es suicida.