En Slavutich, una pequeña localidad en la frontera con Bielorrusia que fue aislada por las tropas rusas durante la invasión del centro de Ucrania, se respiró un poco de alegría después de casi dos meses de angustia y desesperación: Kiryl y Xenia celebran su boda a pesar de la amenaza de bombardeos y ataques rusos ya que consideran que “la vida continúa”.

Delante del ayuntamiento de esta localidad, apodada “la ciudad gris” por su arquitectura soviética, unas pocas decenas de vecinos se reunieron con ramos de flores y unas botellas de champagne para recibir a los novios, que han ido a inscribir su matrimonio en el registro civil, asegura EFE. 

“Ya por fin merecíamos un poco de alegría”, dicen entre suspiros los asistentes a este reducido evento, que aseguraron que han llorado y sufrido el asedio ruso durante “demasiado tiempo”, además de las consecuencias de quedar completamente aislados, sin electricidad, gasolina o suministros durante días.

Para ellos, celebrar su boda en medio de este sangriento conflicto es “una bendición”, porque es una señal de que, pese a los muertos, los desplazados y la destrucción, se puede seguir adelante.