El 22 de agosto pasado, el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, sostuvo que “quién no acepte la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia se encuentra en desacato”. Así lo reportó este martes el periodista Yahvé Álvarez, en su recuento de los debates en la Asamblea Nacional.
Por Eduardo Martínez
Sin entrar en los detalles particulares, de porqué Rodríguez dijo lo que dijo, buscamos el principio que está detrás del verbo acatar.
Bíblicamente, el acatamiento es el “sometimiento voluntario a los dictámenes de una norma o la persona que ejerce autoridad”.
De acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española (RAE), acatar es “tributar homenaje de sumisión y respeto”.
Desacato, el antónimo de acatar al cual se refiere Rodríguez, según la RAE es: “En algunos ordenamientos, delito que se comete calumniando, injuriando, insultando o amenazando a una autoridad en el ejercicio de sus funciones o con ocasión de ellas, ya de hecho o de palabra, o ya en escrito que se le dirija”.
Sin embargo, el buscador Google precisa el significado de desacato en Venezuela: “Delito o falta, según el caso, que implica la desobediencia a una orden judicial. Ejemplo: “Cuando las autoridades no reciben ni ejecutan las boletas de excarcelación de un detenido se incurre en desacato”. Artículo 31 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales”.
Este juego de definiciones nos abre los caminos a la comprensión de las palabras “acatar” y “desacato”. Quienes gobiernan intentan gobernar a ciudadanos que “obedecen todo”. Y los diccionarios también señalan cómo se le dice a las personas que obedecen todo: “bienmandado, dócil, disciplinado, sumiso, cumplidor”.
Este cóctel de palabras las podemos organizar en dos grupos: 1) bienmandado, dócil y sumiso: y, 2) disciplinado y cumplidor.
Sin entrar en mayores argumentaciones, solo podemos hacernos la pregunta ¿si el venezolano, al ser cumplidor y disciplinado sería dócil y sumiso? Tal vez si o tal vez no. En todo caso, queda a juicio del lector contestar la pregunta.