Escrito por: Miguel Aparicio
En honor a los estudiantes universitarios venezolanos quienes, derramando su sangre inocente el 12 de Febrero de 1814, ayer, hoy y mañana lucharon, luchan y lucharan contra un régimen tiránico, en aras de la democracia y la libertad de Venezuela.
Como reflexión a los militares, en especial a la Guardia Nacional de Venezuela, para quienes “El Honor es su Divisa”, y para los miles de policías que en forma desmedida y cumpliendo órdenes, reprimen violentamente a quienes luchamos contra el Castro-Chavismo-Madurismo-Padrinismo-comunismo-ruso-cubano, la tiranía, la autocracia, el autoritarismo, la inseguridad, la corrupción, la incapacidad gerencial y la anarquía gubernamental.
Hace algunos años, en una charca, muy parecida al común de las que existen en Latinoamérica y en especial a la de un asoleado lugar al norte de la América del Sur, vivían una gran cantidad de ranitas. Ellas eran felices, libres, pero muy desordenadas e irresponsables. Odiaban el trabajo, se reían y mofaban de sus autoridades por sus corruptelas. Le celebraban y aplaudían a sus reyes de turno cuanta degeneración política, económica, social, militar y moral auspiciaran.
Para las ranitas todo era una fiesta y una complicidad porque muchas de ellas también robaban y se habían degenerado. Muchas estaban llenas de odio, otras de rabia y la mayoría llenas de resentimiento. Las ranitas actuaban con una apatía y abulia propia de los demás animales con el agravante que las ranitas además eran sordas y ciegas. Su degeneración y pérdida de fe llegó a niveles insostenibles parecidos a los de Sodoma y Gomorra.
Sin embargo, un día las ranitas se pusieron de acuerdo y pensaron que debían enmendar su conducta y auspiciadas por unas cuantas ranitas ambiciosas, defenestraron al gobernante que algunos años antes habían elegido como su rey por una mayoría casi absoluta. Para ello las ranitas conspiraron en la penumbra de los cuarteles y un aciago día 04 de febrero dieron un golpe de Estado que fue un sangriento fracaso. Muchas ranitas inocentes murieron ese día.
A raíz de ese desastre, las ranitas decidieron hacer un “propósito de enmienda”. Oraron mucho y en sus plegarias le pidieron al Dios Zeus que por favor les mandara otro rey pero que no fuera como el que habían quitado, que NO ERA MALO. Las oraciones fueron tan insistentes y el pedimento tan profundo que el Dios Zeus las complació y les mandó un nuevo rey para que las gobernara. Esta vez les mandó sobre la Charca un “viejo tronco, seco y hueco”.
Las ranitas creyeron en su nuevo rey, e inmediatamente se fueron al fondo de la charca y comenzaron a trabajar, ir a la escuela, a respetarse entre ellas, a no robarse los dineros públicos, a ser más ordenadas y menos corruptas.
Sin embargo, el tiempo pasó. Como las ranitas veían que su nuevo rey nunca las visitaba ni se ocupaba de ellas, decidieron averiguar que era lo que pasaba con su monarca y enviaron a la superficie a la más osada de todas. Ella se le acercó al rey y vio que éste no se movía y que plácidamente descansaba sobre las aguas empantanadas. Inmediatamente bajó al fondo e invitó a todas sus compatriotas para que vieran lo que ella había visto. Todas las ranitas subieron y se le acercaron al rey que yacía dormido como siempre había estado. Se le montaron arriba, lo pisotearon, lo insultaron, lo vejaron, le dijeron cuanto improperio sabían y el Rey… no dijo ni hizo nada. Es decir, no se movió. Solo estaba ahí como una figura decorativa, como lo que siempre fue…, un tronco viejo, seco y hueco.
Al ver esto las ranitas hicieron todos los guisos que pudieron, en especial uno de los descendientes del monarca a quien por cierto llamaban Pimentón. La degeneración y la corrupción se incrementaron considerablemente a niveles aún mayores que cuando estaba el otro rey CAPaz que les advirtió lo que les sucedería si lo quitaban. Las ranitas se mataban entre ellas, se insultaban y ofendían. Se peleaban por las cuotas de poder. El saqueo y los auxilios financieros fueron el tema del día. Los abusos de poder de los allegados, en especial de dos de ellos; uno que manejaba la parte política y el otro, amo y dueño del sector militar, era la comidilla de todas las ranitas. El NEPOTISMO fue lo común y bandera del nuevo rey. Es decir, la depravación llegó a niveles insostenibles para todos los batracios que vivían en esa charca.
Pero sucedió que un día, las ranitas cansadas de esa vida que tenían, le pidieron al Dios Zeus que les enviara otro rey. De inmediato Zeus preocupado les preguntó que había pasado con el monarca que les había dado. Las ranitas le contestaron al unísono que ese rey que les había mandado era muy viejo, que nunca se ocupaba de ellas. Que por favor les enviara otro que no fuera tan insulso e incapaz como ese que estaba sobre la Charca.
El Dios Zeus meditó profundamente sobre el pedimento de esas ingratas y degeneradas ranitas y decidió complacerlas. Esta vez les mandó como nuevo rey una GARZA. Nuevamente las ranitas se fueron al fondo de la Charca sometidas a la voluntad del nuevo monarca quien amenazó con freír en aceite caliente la cabeza de las ranas que intentaran levantar la voz contra él.
De nuevo como en el pasado comenzaron las ranitas a trabajar como nunca, a respetarse entre ellas, a eliminar la corrupción y a acatar todo lo que el nuevo rey les decía. Inclusive, se acusaban entre ellas para congraciarse con los esbirros y aduladores del jerarca.
Con el nuevo rey incrementó la corrupción, el odio y la desconfianza entre padres, hermanos y amigos de los batracios y entre los animales que vivían en la Charca, ya que nadie sabía quien era quién. Lo cierto es que las ranitas perdieron por su conducta, degeneración, indiferencia, abulia, y cobardía, lo más preciado que tenían; su libertad y su democracia.
Después de muchos años de sometimiento, castigos y vergüenza, las ranitas decidieron enviar a la superficie a la osada ranita de la otra vez, para que averiguara que estaba haciendo su rey. Al llegar a flor de agua, vino la Garza y con su pico largo y se la engulló.
A los tres días y preocupadas por el retardo de la emisaria que no llegó, todas las ranitas decidieron enviar a otras tres a averiguar que había pasado. Cuando las tres ranitas llegaron a la superficie la Garza con su inmenso pico, se las engulló también. Cada vez que una ranita subía a la superficie, la Garza se la comía. De esta manera las ranitas de la Charca llamada Verezuela vivieron sometidas en el fondo de su inmundicia por muchos años, llorando lágrimas de sangre porque en un momento de despecho, de rabia y dolor interno por allá en Diciembre de 1998, no pensaron que su pedimento al Dios Zeus, les haría perder lo más sagrado que tienen los animales: su independencia, democracia y libertad.
Sin embargo, el Dios Zeus, dentro de su misericordia y después de algunos años de expiación tuvo piedad de las ranitas y de su Charca e hizo que la avaricia acabara con la Garza que “murió por el pico” al engullirse demasiadas ranitas lo que la hizo aumentar de peso. Como consecuencia de su avaricia, de su corrupción, de su traición a los valores y principios, a la moral y ética de la Charca, de sus expropiaciones y confiscaciones y de haberse comido tantos batracios y cuanto animal pudo, se le doblaron las patas y cayó como un fardo sobre un viejo libro azul que nunca había leído y respetado y que además había violado a su antojo para perpetuarse en el poder, con la complicidad de sus secuaces y que por cierto, había dejado olvidado en los alrededores de la Charca.
Pero como las ranitas de la Charca llamada Verezuela no habían pagado todo su castigo y todavía había mucho rencor, odio y ambiciones personales entre ellas el Dios Zeus les mando en sustitución de la Garza, un nuevo rey identificado y conocido como una HIENA, de lugar de nacimiento desconocido, violador de todos los derechos humanos conocidos y con un prontuario criminal que obligó a la Justicia Internacional a ponerle precio a su cabeza. Hoy las ranitas y la Charca llamada Verezuela esperan que alguien tenga misericordia de ellas y cobre esa recompensa que está ahí al alcance de todos capturando a esa despreciable HIENA y a su banda.
Sin embargo como la Justicia tarda pero llega, el Dios Zeus tuvo nuevamente misericordia de la Charca llamada Verezuela y de sus ranitas y de la nada un 22 de Octubre de un año de FE y ESPERANZA para TODOS les apareció una heroica joven con un designio providencial llamada María Corina Libertad y de apellido Democracia Machado, llevando en su pecho la Constitución y en su diestra una espada, igual a la que el pueblo del Perú le regaló al Libertador Simón Bolívar y de un solo tajo, le cercenó en unas elecciones libres y democráticas a la HIENA heredera de la maléfica GARZA su cabeza. Las ranitas de la Charca llamada Verezuela fueron de nuevo libres. Aprendieron la lección y juraron que jamás le pedirían al Dios Zeus otro rey como esa sanguinarias y corruptas Garza y HIENA. También prometieron que a partir de ese instante escogerían entre ellas mismas a su rey, sin que en ese acto estuviera presente el despecho, el odio y el rencor.