Artículo de opinión publicado en El Nuevo Herald 

¡Culpable! Con su veredicto, un jurado federal del sur de la Florida entregó el jueves a los electores de Miami una fuerte dosis de lo que debería ser una verdad reveladora: el comisionado de Miami Joe Carollo es un bravucón que violó los derechos de la Primera Enmienda de dos empresarios de La Pequeña Habana cuando intentó cerrarles sus negocios usando recursos de la ciudad para acosarlos y perjudicarlos.

El comportamiento bravucón y corrupto de un poderoso funcionario electo está costando un ojo de la cara a los contribuyentes, mientras que Carollo —el culpable y sin capacidad para pagar grandes sumas— quizá no sufra mucho más que un ego magullado y una mala digestión. No obstante, es una victoria. A pesar de un equipo de defensa formado por varios abogados, que incluía al ex comisionado municipal Marc Sarnoff y que ya ha costado a la ciudad más de $1.9 millones, las acciones de Carollo contra sus oponentes políticos fueron indefendibles, y perdió el caso.

Tras un prolongado juicio en el que quedaron al descubierto los entresijos de la ciudad, el jurado, compuesto por seis personas y con sede en Fort Lauderdale, concedió $63.5 millones a sus víctimas. Pero los electores que permitieron el regreso del ex alcalde a la política de la ciudad son también culpables. Hay una lección en todo esto: Créales a los políticos cuando muestran quiénes son en la primera vuelta. Los errores en las urnas se pagan caros.

El testimonio sobre cómo Carollo persiguió a los empresarios Bill Fuller y Martín Pinilla —involucrando a la policía y a las fuerzas de seguridad en su venganza política, día y noche— es propio de la ficción de la mafia.

En otra ciudad con otros dirigentes podrían haber considerado inaceptables los conocidos abusos de Carollo y haber intentado detenerlos antes de que sus excesos llegaran tan lejos y salieran tan caros, pero en la ciudad de Miami no hay ninguna posibilidad. Lo más probable es que nadie moviera un dedo para detener a Carollo porque no es el único que tiene un comportamiento escandaloso y potencialmente corrupto en la ciudad. Recientes investigaciones del Miami Herald han puesto en tela de juicio la forma de operar del alcalde Francis Suárez, a la luz del conflicto entre su negocio privado de consultoría, que trabaja bajo el nombre de un urbanizador, y su poder para conceder favores en el Ayuntamiento. Y, además se añade su costoso estilo de vida social en compañía de personas que tienen negocios en la ciudad sin revelar información alguna sobre su aceptación de regalos y accesos VIP a codiciados eventos deportivos.

La Comisión de Ética y Confianza Pública de Miami-Dade abrió una investigación. Los investigadores de la comisión tuvieron la oportunidad y no hicieron más que interrogar a Carollo, quien se limitó a mentirles, incluso cuando se le presentó evidencia en video de su acoso nocturno. Al igual que hicieron en su momento las acciones de Carollo en La Pequeña Habana, el hecho de que Suárez no revelara al público sus relaciones comerciales merece un mayor escrutinio por parte de los expertos y de las fuerzas del orden con poderes para citarlo.