Con información de DW.

El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, anunció el cierre paulatino de los centros migratorios que han funcionado desde 2016 en la provincia del Darién.

«No permitiremos más migrantes en esa zona del Darién y cerramos una operación que comenzó en el año 2016. Me da mucha complacencia haber cumplido y haber cerrado el Darién, con lo que eso significa para la seguridad regional y panameña», declaró Mulino durante su conferencia de prensa semanal.

Se trata, explicó el presidente Mulino, de los centros de Bajo Chiquito y Canaan Membrillo, donde las autoridades panameñas, junto con cerca de una veintena de entes de Naciones Unidas y ONG, atendían a los migrantes apenas salían de la peligrosa selva del Darién, frontera natural con Colombia y que también da nombre a la provincia panameña.

En las estaciones, los migrantes recibían alimentación y servicios médicos, y se les tomaban datos biométricos. «Hace un año, teníamos 36.841 migrantes cruzando por Darién, hoy marzo llegamos a 112. Una disminución importantísima, que representa de entre el 97-98 por ciento de éxito por parte de las autoridades de Migración y el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront)», informó Mulino.

Es de recordar, que la operación migratoria en el Darién comenzó en 2016, durante la primera crisis debido al paso ese año de 30.055 cubanos con rumbo a Estados Unidos, según el Servicio Nacional de Migración de Panamá. Las cifras estallaron a partir de 2021, con 133.726 migrantes irregulares llegando a la provincia selvática panameña, 248.284 en 2022 y 520.000 en 2023.