En una economía global en la que todo está conectado, la invasión de Rusia a Ucrania impactaría en mayor medida los suministros y precios de las materias primas en el mercado mundial, porque son proveedores de trigo, maíz, petróleo, gas, metales y productos agrícolas.
Si para Egipto y Turquía, los mayores importadores de trigo de Ucrania y Rusia, esta guerra supondrá un dolor de cabeza para comprar el pan, la relevancia de Ucrania como la mayor productora de trigo –la llaman el “granero de Europa”– no afectará a Estados Unidos, que produce su propio trigo. Rusia, la oncena economía mundial, no es tan importante para Estados Unidos.
Su Producto Interno Bruto, $1.5 billones, es un poco mayor que el del estado de la Florida, que alcanza $1.3 billones, reseñó El Nuevo Herald.
La economía de Ucrania ($155,000 millones) se compara más o menos con la del estado de Nebraska, señaló el profesor Edgardo Pappacena, que enseña Estrategia y Negocio Internacional de la Universidad Internacional de la Florida (FIU). “El principal impacto en Estados Unidos será en el área de la energía y depende de lo que haga el gobierno para contrarrestarlo”, apuntó Pappacena, señalando que el 60 por ciento del presupuesto del estado ruso está financiado a través de las exportaciones de energía y gas.
Estados Unidos produce su propio gas, y hasta el año pasado producía su propio petróleo, después de alcanzar la independencia energética en el 2019, cuando fue el primer productor a nivel mundial. En la actualidad, sin embargo, importa 600,000 barriles diarios de Rusia, segundo exportador más grande para Estados Unidos, cuya producción diaria de petróleo cayó de 12.8 millones de barriles en el 2020 a 11.6 millones de barriles en febrero de este año.
Esta situación es consecuencia del cambio en la política del gobierno de Biden, que aumentó las restricciones a la industria petrolera, impuso límites a las exploraciones y a la explotación y cerró el oleoducto de Keystone Pipeline, que traía petróleo de Canadá, señaló Pappacena. El experto en inversiones, que dirige su propia firma, Cani Investments, teme que Putin utilice el tema de la energía, como ha hecho antes, como principal arma económica en sus relaciones con otros países.
Si Rusia comienza a reducir la provisión de petróleo, el consumidor estadounidense se sentirá más en el bolsillo los precios ya altos de la gasolina, que podría llegar a $4 el galón, anticipan otros expertos.