Liz Truss se convirtió el martes en primera ministra del Reino Unido e inmediatamente enfrentó la enorme tarea que tenía por delante en medio de una creciente presión para frenar los precios en alza, aliviar los disturbios laborales y arreglar un sistema de salud agobiado por largas listas de espera y escasez de personal.

En la parte superior de su bandeja de entrada está la crisis energética provocada por la invasión rusa de Ucrania, que amenaza con llevar las facturas de energía a niveles inasequibles, cerrar negocios y dejar a las personas más pobres del país temblando en casas heladas este invierno.

Truss, que se negó a explicar su estrategia energética durante la campaña de dos meses para suceder a Boris Johnson, ahora planea limitar las facturas de energía a un costo para los contribuyentes de hasta 100.000 millones de libras (116.000 millones de dólares), informaron el martes los medios de comunicación británicos, y se espera que revele su plan el jueves.

Truss asumió el cargo el martes por la tarde en el castillo de Balmoral en Escocia, cuando la reina Isabel II le pidió formalmente que formara un nuevo gobierno en una ceremonia cuidadosamente coreografiada dictada por siglos de tradición. Johnson, quien anunció su intención de renunciar hace dos meses, renunció formalmente durante su propia audiencia con la reina poco tiempo antes, reseña AP.