Luz Raquel Padilla, fue brutalmente asesinada por un grupo de personas que la rociaron con alcohol y prendieron fuego en un parque de Zapopan, México. Tenía 35 años y vivía en Zapopan, en el estado mexicano de Jalisco, junto a su madre y su hijo Bruno, de 11 años y con un diagnóstico de autismo severo y epilepsia refractaria de difícil control.

«Ella se dedicaba por completo a cuidar a su hijo (…). Era su vida estar al lado de su hijo», así la recuerda Mily Cruz Díaz, coordinadora en Jalisco del colectivo Yo Cuido México. Asimismo, dejó claro que la hoy fallecida, “batallaba mucho y sufría mucho porque muchas veces no tenía los medios para comprar su medicamento mensual».

Además, detalló que Bruno fue expulsado de un centro de autismo en el que alegaron «su agresividad» como motivo, por lo que la familia debía costear desde entonces por su cuenta el importe de todas las terapias y medicamentos necesarios. El poco tiempo que no pasaba junto a su hijo, Padilla se dedicaba a colaborar con la organización Yo Cuido México y a recibir clases de meditación los sábados, reseña BBC. 

Su asesinato provocó un gran impacto e indignación en México no solo por su brutalidad, sino por el hecho de que previamente ya había denunciado ante la policía y en sus propias redes sociales numerosas amenazas de muerte y agresiones por parte de vecinos de su edificio. Pero ponerlo en conocimiento de las autoridades no evitó el ataque sufrido el sábado 16 de julio y que el martes 19, tras tres días de agonía con casi el 90% de su cuerpo quemado terminó muriendo.