Estados Unidos aseguró que podría revisar su política de presión y sanciones contra Venezuela si el presidente Nicolás Maduro y la oposición política retoman las conversaciones que rompieron abruptamente en octubre y avanzan con resultados tangibles.
“La solución a la situación en Venezuela no está en Washington”, expresó Juan González, director del Consejo de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental, en entrevista telefónica con Associated Press “Hemos dejado muy claro que Estados Unidos está dispuesto en aliviar la presión de sanciones en base a resultados en la mesa del diálogo”.
Las declaraciones de González tienen lugar a pocos días de que se cumplan tres meses desde que el gobierno de Caracas resolvió interrumpir el diálogo con la oposición que realizaba en Ciudad de México en represalia por la extradición del empresario colombiano Alex Saab, uno de sus aliados y considerado por Washington como un testigo clave en casos de corrupción contra Venezuela que se ventilan en Miami y otras ciudades del país.
Saab, quien fue extraditado de Cabo Verde a Estados Unidos, fue nombrado por Caracas como diplomático en esas negociaciones. Se cree que el gobierno venezolano realizó con él múltiples negocios presuntamente corruptos. Su extradición tensó más las relaciones entre ambos países, y en respuesta a ella, Caracas regresó a prisión a seis ejecutivos petroleros estadounidenses que estaban en arresto domiciliario.
Las declaraciones de Gonzalez llegan, además, días después del triunfo de la oposición para la gobernación en el estado natal del fallecido expresidente Hugo Chávez, Barinas. Sergio Garrido derrotó allí al excanciller Jorge Arreaza, en cuya campaña participaron altos funcionarios del partido gobernante en un intento por conservar el control en ese bastión chavista.
Durante la anterior administración estadounidense, el presidente Donald Trump implementó numerosas sanciones económicas y restricciones de visas contra funcionarios venezolanos a manera de ejercer presión para derrocar a Maduro. Al asumir el poder, el gobierno demócrata del mandatario Joe Biden buscó crear consenso con la comunidad internacional para proseguir con esas sanciones y al mismo tiempo alentar el diálogo, pero también ha dejado en claro que el destino de Venezuela está en manos de la nación sudamericana.
Para Estados Unidos, la última elección democrática en Venezuela fue la de la Asamblea Nacional, en 2015.
Al igual que Trump, Biden ha reconocido al líder opositor del Congreso, Juan Guaidó, como presidente interino de Venezuela, cargo al que se autoproclamó en enero de 2019 alegando que las elecciones de 2018 fueron fraudulentas.
“Seguimos reconociendo a Guaidó, pero lo más importante es que estamos en apoyo de aquellos venezolanos que quieran la democracia”, dijo González, uno de los principales asesores de Biden en temas de Latinoamérica. “Para eso los dos lados se tienen que sentar a la mesa, llegar a un acuerdo que resulte en pasos ambiciosos, irreversibles y concretos que lleven al país en esa dirección” (elecciones democráticas), expresó refiriéndose a las negociaciones.
No detalló, sin embargo, cuáles serían los resultados concretos que quisiera ver el gobierno estadounidense producto del diálogo.
González explicó que a diferencia de Trump, que consideraba a las sanciones como una estrategia en sí misma para estrangular al gobierno de Maduro, para la administración Biden las sanciones son herramientas empleadas como parte de una política más amplia coordinada con otros socios internacionales, entre ellos la Unión Europea y Canadá.
“La estrategia está enfocada en temas democráticos, no en quien está de acuerdo con nosotros o no está de acuerdo con nosotros, sino que empodera a los venezolanos, a los nicaragüenses y a los cubanos a que ellos sean los que determinen su propio futuro”, expresó el funcion